En un artículo publicado en el último número de la revista jesuita La Civiltà Cattolica, el padre Francesco Ochetta analiza la manera en que se representa el catolicismo en los dibujos animados, concluyendo que los Simpsons son el mejor ejemplo ya que van más allá de las clásicas definiciones entre el bien y el mal o el cielo y el infierno.
L'Osservatore Romano, el altavoz por excelencia del Vaticano, se hacía eco el pasado fin de semana del artículo 'Los Simpsons y la religión' del padre Ochetta. Para L'Osservatore, el análisis del jesuita es todo un acierto ya que "en cada episodio, detrás de la sátira y las bromas, se abren temas antropológicos ligados a los sentimientos y a la calidad de vida".
Pero resulta curioso el capítulo elegido por Ochetta para proclamar que los Simpsons son un ejemplo de la moral católica. El jesuita toma como referencia el capítulo 21 de la 16ª temporada.
En ese episodio, titulado 'Padre, hijo y el santo invitado', Bart es expulsado del instituto de Springfield y Homer y Marge deciden enviarle a una escuela católica.
Tópicos por doquier
La escuela en cuestión representa todos los tópicos de los colegios católicos. Desde monjas que golpean a los chicos con reglas, a castigos arodillados y con los brazos en cruz sujetando biblias.
Sea como fuere, Bart encuentra en el padre Sean un motivo para convertirse al catolicismo. El sacerdote le entrega un cómic con las aveturas de los santos más famosos y desde entonces el protagonista empieza a rezar antes de la comida y a llevar un rosario.
El padre Ochetta alaba un capítulo de los Simpsons en el que Bart y Homer se convierten al catolicismo
Marge asiste indignada al particular ejercicio espiritual de Bart y manda a la escuela a Homer, que acaba cayendo a las tentaciones de los católicos gracias a una cena de tortitas, una sesión de bingo y una confesión. "Sabía que intentarían convertirte, es su forma de actuar, pero me niego a tener otros 12 hijos", le dice.
Para solucionar la reconversión de los dos Marge se reúne con Flanders y el reverendo Lovejoy, después de confesarles que Bart y Homer han ido a la iglesia católica.
Lovejoy trata de hacerle ver que "una fe diferente entraña un más allá diferente". El cielo de los protestantes está representado por un grupo de personas que juegan al golf, mientras que el católico es una fiesta mexicana donde se hacen bailes irlandeses.
Separar la paja del grano
"Los padres no deben tener miedo a dejar que sus hijos vean las aventuras de los hombrecillos amarillos. Es más, el realismo de los textos y los episodios podría ser una ocasión para ver algunos capítulos juntos, y para escoger algunos temas y hablar de la vida familiar, escolástica, de pareja, social y política", asegura el Osservatore.
Según Ochetta, el realismo escéptico de los Simpsons ayuda a los jóvenes "a no engañarse". Es posible: "Por qué no nos unimos para luchar contra nuestros auténticos enemigos: los gays monógamos y las células madre", dice en un pasaje Flanders.
Con esa frase resulta complicado creer que en vez de hacer una crítica, lo que pretendía Matt Groening era exaltar el catolicismo o cualquier tipo de religión. L'Osservatore, sin embargo, anima a los lectores a "separar la paja del grano" y a los padres a no prohibir a sus hijos que vean la serie.
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